El oro se ha convertido en el activo destacado de 2025, subiendo más del 33% este año, en comparación con el avance aproximado del 11% de bitcoin y un aumento del 12% en los principales índices bursátiles. Este desempeño ha impulsado la proporción BTC-XAU—que mide las onzas de oro necesarias para comprar un bitcoin—a su nivel más bajo desde finales de 2021, situándose actualmente cerca de 31.2 onzas, frente a las 40 onzas a finales de 2024. La divergencia pronunciada refleja preocupaciones económicas persistentes, elevados niveles de deuda gubernamental y expectativas acomodaticias de los bancos centrales que han reforzado la demanda de refugio seguro para los metales preciosos.
El análisis técnico de la proporción BTC-XAU revela un patrón de triángulo ascendente a largo plazo que ha evolucionado desde principios de 2017. La resistencia horizontal cerca de picos anteriores alrededor de 40 onzas y la línea de soporte ascendente desde los mínimos de ciclos de varios años definen una fase de consolidación que a menudo precede movimientos direccionales fuertes. Las rupturas históricas en esta proporción coincidieron con importantes rallys alcistas de bitcoin, especialmente a finales de 2020 y principios de 2021, tras periodos prolongados de consolidación. La configuración actual sugiere que un movimiento decisivo por encima del umbral de 40 onzas podría materializarse en el cuarto trimestre de 2025 o a principios de 2026.
Los factores macroeconómicos que sustentan el desempeño del oro incluyen una caída en los rendimientos de los bonos gubernamentales en las principales economías occidentales, impulsada por déficits fiscales elevados y proyecciones de crecimiento moderadas. Los rendimientos reales de la deuda gubernamental nominal se han vuelto negativos en varias jurisdicciones, aumentando el atractivo del oro como activo sin rendimiento. Simultáneamente, un dólar estadounidense más débil ha amplificado los retornos de las materias primas denominadas en dólares. Los flujos de inversión hacia ETFs de oro y las compras de bancos centrales han consolidado aún más el estatus del oro como reserva central de valor.
El avance comparativamente moderado de bitcoin se atribuye al sentimiento de riesgo mixto y a los flujos rotacionales hacia estrategias digitales que generan rendimiento, como protocolos DeFi y derivados de staking. Aunque bitcoin sigue siendo una cobertura contra la degradación monetaria, su correlación con los mercados bursátiles y la volatilidad propia del criptomercado ha limitado su atractivo como refugio durante las recientes caídas bursátiles. Sin embargo, el caso estructural de bitcoin como “oro digital” persiste, apoyado en programas transparentes de emisión de suministro y en la creciente adopción institucional a través de vehículos ETF al contado.
De cara al futuro, los indicadores clave incluyen las comunicaciones de política de los bancos centrales, las presiones de financiación fiscal y los desarrollos técnicos tanto en los ecosistemas del oro como de bitcoin. Una caída sostenida en los rendimientos de los bonos o una degradación material de la moneda podrían reforzar la narrativa del oro, mientras que una renovada compra rotacional en refugios digitales podría mejorar las perspectivas de bitcoin. La evolución de la proporción BTC-XAU seguirá siendo un barómetro crítico de los cambios en el régimen del mercado, con una posible ruptura que ofrecerá perspectivas sobre el desempeño relativo de los activos en los próximos trimestres.
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